AVE Y MITO
Año III N° 31
marzo de 2020
Texto: Alicia Grela Vázquez
Imagen: Elsa Sposaro
SUMARIO
El mirlo y la gaviota
Las Atlántidas
El mirlo y la gaviota
Luis Cernuda
El mirlo, la
gaviota,
El tulipán, las tuberosas,
La pampa dormida en Argentina,
El Mar Negro como después de una muerte,
Las niñitas, los tiernos niños,
Las jóvenes, el adolescente,
La mujer adulta, el hombre,
Los ancianos, las pompas fúnebres,
Van girando lentamente con el mundo;
Como si una ciruela verde,
Picoteada por el tiempo,
Fuese inconmovible en la rama.
Tiernos niñitos, yo os amo;
Os amo tanto, que vuestra madre
Creería que intentaba haceros daño.
Dame las glicinas azules sobre la tapia inocente,
Las magnolias embriagadoras sobre la falda blanca y vacía,
El libro melancólico entreabierto,
Las piernas entreabiertas,
Los bucles rubios del adolescente;
Con todo ello haré el filtro sempiterno:
Bebe unas gotas y verás la vida como a través de un vidrio coloreado.
Déjame, ya es hora de que duerma,
De dormir este sueño inacabable.
Quiero despertar algún día,
Saber que tu pelo, niño,
Tu vientre suave y tus espaldas
No son nada, nada, nada.
Recoger conchas delicadas:
Mira qué viso violado.
Las escamas de los súbitos peces,
Los músculos dorados del marino,
Sus labios salados y frescos,
Me prenden en un mundo de espejismos.
Creo en la vida,
Creo en ti que no conozco aún,
Creo en mí mismo;
Porque algún día yo seré todas las cosas que amo:
El aire, el agua, las plantas, el adolescente.
El tulipán, las tuberosas,
La pampa dormida en Argentina,
El Mar Negro como después de una muerte,
Las niñitas, los tiernos niños,
Las jóvenes, el adolescente,
La mujer adulta, el hombre,
Los ancianos, las pompas fúnebres,
Van girando lentamente con el mundo;
Como si una ciruela verde,
Picoteada por el tiempo,
Fuese inconmovible en la rama.
Tiernos niñitos, yo os amo;
Os amo tanto, que vuestra madre
Creería que intentaba haceros daño.
Dame las glicinas azules sobre la tapia inocente,
Las magnolias embriagadoras sobre la falda blanca y vacía,
El libro melancólico entreabierto,
Las piernas entreabiertas,
Los bucles rubios del adolescente;
Con todo ello haré el filtro sempiterno:
Bebe unas gotas y verás la vida como a través de un vidrio coloreado.
Déjame, ya es hora de que duerma,
De dormir este sueño inacabable.
Quiero despertar algún día,
Saber que tu pelo, niño,
Tu vientre suave y tus espaldas
No son nada, nada, nada.
Recoger conchas delicadas:
Mira qué viso violado.
Las escamas de los súbitos peces,
Los músculos dorados del marino,
Sus labios salados y frescos,
Me prenden en un mundo de espejismos.
Creo en la vida,
Creo en ti que no conozco aún,
Creo en mí mismo;
Porque algún día yo seré todas las cosas que amo:
El aire, el agua, las plantas, el adolescente.
Las Atlántidas
Atlas, el caudillo de la titanomaquia, fue derrotado al enfrentar a los dioses. Entonces perdió en esa lucha, la batalla, pero con esa guerra desapareció definitivamente la oportunidad de ser uno de ellos. Al derrotado (como es sabido) no le asisten derechos. Es por eso que, además fue condenado a soportar la Tierra sobre sus hombros, para mantenerla separada del Cielo. A esto debió su apelativo de “portador”.
Atlas
Al vencido le quedó tan sólo su linaje. Era hijo de Japeto y Climene (Asia) y fue padre de una multitud de hermosas criaturas que, por provenir de él, se las conoció como Atlántidas, aunque también se las llamó Dodónidas (en relación con el santuario y el oráculo) o Nisíadas (por el Monte Nisa).
El baño de las Ninfas - Palma Vecchio
Las Híades (ninfas hacedoras de la lluvia) fueron con las Pléyades maestras y guardianas de Dionisos, cuando niño. La fraternidad (o sororidad) se completó con Calipso, Hiante y las Hespérides. Todas ellas compartieron destinos trágicos.
Hércules en el jardín de las Hespérides
En algunas versiones Las Pléyades se suicidaron por la suerte corrida por su amado padre. En muchas narraciones se dice que fueron perseguidas durante cinco años por Orión. Para conformar a Atlas, padre de las víctimas, el Supremo Zeus las convirtió en palomas, primero, y luego en estrellas. Sin embargo, en el cielo la constelación del cazador sin cesar ni darles descanso continúa siguiéndolas.
Orión
En otros relatos el fatal desenlace de las Palomas (o Cabritas) tuvo como causa la pérdida de las Híades. Además, según cuenta Homero en la “Odisea”, Calipso, enamorada de Ulises, murió de pena, cuando él la dejó para volver a Ítaca con su fiel esposa Penélope. También la ninfa Hiante, al igual que sus hermanas, murió de tristeza.
Calipso despide a Ulises
Las Hespérides, ninfas de los frutales, que según narra Estrabón cuidaban el jardín de manzanas de oro que Hera atesoraba muy probablemente en España, sufrieron la condena por el engaño con el cual Hércules consiguió realizar exitosamente el robo de los preciados frutos, tras burlar al titán Atlas.
Hércules y las manzanas de las Hespérides
La despechada diosa Eris pudo usar una de las doradas frutas, la de la discordia, la más afamada de ellas, para desencadenar la Guerra de Troya, que en la “Ilíada” gloriosamente cantó Homero.
Eris
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