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lunes, 1 de febrero de 2021

 

Ave y Mito 

Año IV N° 42

FEBRERO  de 2021

Texto: Alicia Grela Vázquez

Imagen: Elsa Sposaro



Cuervo

SUMARIO

Cuervo

Minos y el Toro




CUERVO

Inteligencia del Cuervo





EL CUERVO
E.A. Poe



Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es -dije musitando- un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.


¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.


Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más.”


https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/8/86/Tenniel-TheRaven.jpg

El cuervo - Tenniel



Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
“Señor -dije- o señora, en verdad vuestro perdón imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía.”
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.


Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
Apenas esto fue, y nada más.


Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
“Ciertamente -me dije-, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio.”
¡Es el viento, y nada más!


https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/6/62/Paul_Gustave_Dore_Raven14.jpg

El cuervo – G. Dore




De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.

Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.


“Aun con tu cresta cercenada y mocha -le dije-.
no serás un cobarde.
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: “Nunca más.”


Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
las palabras pronunció, como virtiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas.”
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”


https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/1/1e/Edouard_Manet_-_Le_Corbeau.jpeg

El cuervo – E. Manet




Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
“sin duda -pensé-, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de “Nunca, nunca más.”


Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir graznando: “Nunca más.”


En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!



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Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable -dije-, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”




“¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”




“¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”




“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
pájaro o espíritu maligno! -le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: Nunca más.”


Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!




Minos y el toro

Para Occidente son datos ciertos que la cultura Cretense o Minoica anticipó a la griega y que en aquélla el toro constituía un elemento central, que atravesaba la Prehistoria con imágenes y relatos surgidos en el Neolítico Inferior y que, pasando por el Medio, llegaban al Superior enriquecidos.

Muchos de los reyes de Creta tomaron el nombre de Minos, pero el de esta historia es, según se cuenta en ella, el hijo del rey de Creta: Asterión, cuyos padres fueron Zeus y Europa.



Zeus y Europa


A la muerte del monarca, para la sucesión de su padre, Minos pide ayuda a Poseidón, en contra de los otros aspirantes con derecho al trono: sus propios hermanos. Para brindar apoyo el dios del mar le exige el sacrificio de un Toro Blanco emergido de las aguas.



Toro blanco de Poseidón


Las versiones de los sucesos son divergentes pero todas incluyen a Pasifae. Ella, cuyo nombre significa: la que brilla para todos (como la Luna) era hija de Helios (el Sol) y Perseida.




Helios en su carro alado



Según algunos relatos Minos pretendió sacrificar a otro animal, para así engañar a Neptuno y conservar para sí al hermoso ejemplar. Como represalia la deidad inspiró en la reina una pasión irrefrenable por la bestia. Su deseo era tal que decidió recurrir, para consumar la unión, a los conocimientos y artificios de Dédalo, quien con mucho ingenio solucionó el problema y contribuyó a crear muchos otros.



Pasifae, Dédalo y la vaca artificial



En otras versiones Minos sacrificaba cada año a su mejor toro, en honor a Neptuno. Pero, cuando no lo hizo, el dios se ofendió y enojado decidió actuar contra el rey que no había cumplido con el pacto que lo había llevado al poder. Y, como se sabe, es peligroso disgustar a los poderosos y Poseidón era uno de ellos. El Señor del Mar lo era todo para los habitantes de esa afamada isla, pues su vida estaba aferrada a sus redes y era amenazada con el divino tridente.


Neptuno


El Amo de las aguas salobres eligió como medida punitiva aquella que humillaría pública y eternamente al infiel aliado, quitándole con un solo y magistral gesto, el propio respeto al tiempo que le conquistaría la dolorosa burla universal.



Minotauro


En otras narraciones es Afrodita, la diosa del Amor y la Belleza, quien envió al Toro Blanco, que luego encantaría a Pasifae, para vengarse de Helios y hacerlo sufrir, por estar celosa de las relaciones infieles de Ares (Marte, el sangriento señor de la Guerra) , pese a ser él su amante perpetuo.



Venus y Marte


Finalmente, en algunas variantes del mito Zeus (el Supremo Júpiter, padre de dioses y hombres) le regaló a Minos (que aquí ya no es su nieto, sino su hijo) un bellísimo Toro Blanco, para sacrificar en honor al dios Neptuno (Poseidón) uno de los hermanos con los que compartía el poder universal (el otro era Hades o Plutón).



Zeus, Poseidón y Hades


En todas ellas Minotauro nació de ese exceso (hybris). El híbrido resultante del peor de los pecados fue un hombre con cabeza de toro, antropófago, para mal de todos o de muchos y muy especial castigo de algunos, esos pocos que esta vez, pese a ser privilegiados, no recibieron la mejor parte.



Pasifae y el Toro Blanco




Pasifa y Minotauro






AVE Y MITO

  Ave y Mito  Año IV N° 45 Junio de 2021 Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez Imagen y Edición: Prof. Elsa Sposaro Sinsonte - Elsa Sposaro S...