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martes, 2 de enero de 2018

Ave y Mito

Año I N°6
Enero de 2018


Rea entrega el ónfalo a Cronos - Leonelli


SUMARIO

El águila

Águila sideral

Hielo para las águilas

Zeus






El águila

Texto: Alicia Grela Vázquez
Imagen: Elsa Sposaro


Águila



El águila es el ave icónica del dios Zeus (Júpiter). Ella fue su avatar. Además, cuando el supremo venció a su padre Cronos (Saturno) echo a volar a las águilas, en sentidos diametralmente opuestas: al Este y al oeste, partiendo centro del mundo, señalado por la piedra Ónfalo, que Rea (Cibeles) diera a engullir en lugar de su hijo.


Águila



Los griegos hicieron del águila un animal excepcional. Zeus la envió como castigo a Prometeo a devorar su hígado. Los hindúes y los persas la vieron como un ave solar, un ave real.  Su vista muy aguda que le hacía ver más allá. Se consideraba que era el único ser viviente que podía mirar al sol de frente, como un par, como hermana del astro rey.



Águila


El águila fue un símbolo de fuerza y de victoria, triunfante sobre los elementos podía ser una adecuada mensajera de los dioses.  Fue identificada en el Occidente no sólo con Zeus en Grecia, sino con Jesucristo.



Águila


Esta religión monoteísta vio en ella la personificación de un ángel. Por último, por ser la serpiente una  presa predilecta, también se consideró al águila la vencedora sobre el mal. Ella  podría aniquilarlo, incorporándolo a sí misma, sin morir.




Águila sideral

Pablo Neruda


Águila sideral, viña de bruma.
Bastión perdido, cimitarra ciega.
Cinturón estrellado, pan solemne.
Escala torrencial, párpado inmenso.
Túnica triangular, polen de piedra.
Lámpara de granito, pan de piedra.
Serpiente mineral, rosa de piedra.
Nave enterrada, manantial de piedra.
Caballo de la luna, luz de piedra.
Escuadra equinoccial, vapor de piedra.
Geometría final, libro de piedra.
Témpano entre las ráfagas labrado.
Madrépora del tiempo sumergido.
Muralla por los dedos suavizada.
Techumbre por las plumas combatida.
Ramos de espejo, bases de tormenta.
Tronos volcados por la enredadera.
Régimen de la garra encarnizada.
Vendaval sostenido en la vertiente.
Inmóvil catarata de turquesa.
Campana patriarcal de los dormidos.
Argolla de las nieves dominadas.
Hierro acostado sobre sus estatuas.
Inaccesible temporal cerrado.
Manos de puma, roca sanguinaria.
Torre sombrera, discusión de nieve.
Noche elevada en dedos y raíces.
Ventana de las nieblas, paloma endurecida.
Planta nocturna, estatua dc los truenos.
Cordillera esencial, techo marino.
Arquitectura de águilas perdidas.
Cuerda del cielo, abeja de la altura.
Nivel sangriento, estrella construida.
Burbuja mineral, luna de cuarzo.
Serpiente andina, frente de amaranto.
Cúpula del silencio, patria pura.
Novia del mar, árbol de catedrales.
Ramo de sal, cerezo de alas negras.
Dentadura nevada, trueno frío.
Luna arañada, piedra amenazante.
Cabellera del frío, acción del aire.
Volcán de manos, catarata oscura.

Ola de plata, dirección del tiempo.







Hielo para las águilas

Charles Bukowski


Aún recuerdo los caballos

Bajo la luna
Aún recuerdo dar a los caballos
Azúcar
Terrones de azúcar blancos
Casi como de hielo,
Tenían cabezas
Como de águila
Peladas cabezas que podían morder
Y no lo hacían.
Los caballos eran más reales
Que mi padre
Más reales que dios
Y podían haberme pisado
Pero no lo hicieron
Podían haberme hecho cualquier cosa horrible
Pero no lo hicieron.
Yo aún no tenía 5 años
Pero me acuerdo;
Dios mío qué fuertes y buenas
Aquellas lenguas rojas que babeaban
Desde sus almas.










Zeus 

Texto: Alicia Grela Vázquez
Imagen: Elsa Sposaro


El sexto y último de los descendientes de Cronos y Rea fue Zeus (Luz). Ella, tras las penosísimas experiencias anteriores, pidió ayuda en el parto a su madre Gea y también en la resistencia, en la mediación ante Cronos y en el ocultamiento del pequeño. Gea obtuvo de su yerno, tras una ardua negociación, la promesa de no volver a molestar a su esposa. 


Rea entrega el ónfalo a Cronos



Cibeles elaboró una estrategia: entregar una piedra envuelta en pañales, para salvar a su benjamín, convertido ya en su único hijo. El ónfalo es la mítica piedra que Rea entregó a su esposo Cronos, simulando ser el recién nacido: Zeus. Esta roca fue considerada el ombligo del mundo y su centro, determinado posterior y coincidentemente por el vuelo de las águilas que Zeus echaría a volar en sentidos longitudinalmente opuestos.


Ónfalo de Delfos



Para salvarlo y cuidarlo Rea lo entregó a las ninfas Amaltea (Ternura) y Melisa (Abeja). Colaboraron también los Curetes custodiándolo y haciendo mucho ruido, con instrumentos y bailes para ocultar los sonidos del llanto y las risas del bebé, para que no fuera oído por su feroz padre y pudiera de ese modo continuar desarrollándose sanamente.

La infancia de Zeus – Berchem




 Zeus, el divino vástago supérstite de Rea y Cronos, creció y se hizo cada vez más fuerte y poderoso. Cuando estuvo en condiciones de desafiar la autoridad de su feroz progenitor, decidió buscar el fin del mundo, fuera del alcance de su padre. Así fue que llegó al reino del Océano y de Tetis, padre y madre de Metis.


Océano y Tetis

.

Metis (Recomendación) diosa de la prudencia se le ofreció para acompañarlo y ayudarlo en su empresa, aconsejándolo. Zeus aceptó y más aún, tomó a su prima como su primera esposa. Ella se ha establecido desde el mundo griego como la expresión simbólica de una forma de la sabiduría: la práctica. Pese a lo cual (o quizás por eso mismo) ha sido olvidada y permaneció oculta. No es posible hallarla de otro modo.

Metis  oculta



Metis, poseedora de esa característica que le dio nombre: la prudencia, es mencionada como Perfidia, por quienes no aceptan la inteligencia como una cualidad femenina. Ella, con algunos otros conocimientos sobre las propiedades naturales de plantas y hierbas medicinales, elaboró un bebedizo: un brebaje emético, que procuraría dar a Cronos. Pero esta acción requeriría de aliados en una estrategia más compleja.



Metis (oculta)



Por otra parte, con  el transcurso del tiempo Rea conservó e incrementó su atrayente belleza, pese al sufrimiento causado por los abominables delitos de su esposo, quien se tornó para ella además de decrépito, en un ser tan repulsivo como sus actos. Por esas razones y otras que se sumaron, colaboró con Zeus, haciendo que Cronos bebiese la poción de Metis. El vencido titán le reprochó a Cibeles haber participado en su destitución, pero sólo se cumplió la profecía.

Rea (Cibeles)



Ese preparado hizo que el perpetrador vomitara la piedra (sustituto de Zeus) y a todos los hijos que ingirió no como condumio, sino para su seguridad. Ellos se encontraban perfectamente sanos y desarrollados, pues eran inmortales. La roca se tornó en objeto de culto religioso: el ónfalo (ombligo de la tierra) presente en el santuario de Delfos. Actualmente se guarda allí mismo, en el Museo Arqueológico.

       

Ónfalo – Museo de Delfos



Júpiter emprendió de este modo la guerra contra su progenitor. Continuó con una alianza con los titanes y luego de diez años de lucha, Zeus lo venció y encerró en el Tártaro al destituido dios y también a sus propios asociados de la batalla, pues ya no los necesitaba. Allí todos ellos eran vigilados por los Hecatonquiros (Centimanos).



Cronos en el Tártaro





Temis aconsejó a Zeus dividir sus fuerzas y dominios entre los tres hermanos varones vencedores. Se repartieron el mundo, como plásticamente mostró Caravaggio. Esto pudo haber  servido como mítico antecedente geopolítico para los tratados de Versalles y Yalta firmados en el siglo XX, según los cuales sólo la victoria da derechos. Los griegos hicieron a sus dioses a su imagen y semejanza, con sus mismas características, pero potenciadas, llevadas a un grado superlativo.


Júpiter, Neptuno y Plutón – Caravaggio



Al destronar a su padre, desplazarlo y ocupar su lugar, Júpiter estableció las bases para las relaciones humanas y de los demás seres en general. Con el triunfo de Zeus se organizó definitivamente el mundo haciendo de él un cosmos ordenado y bello. Por eso se lo consideró en muchas interpretaciones simbólicas como un principio de espiritualidad.



Zeus



Zeus le agradeció a Metis su ayuda y le prometió eterna gratitud. Por consejo de su primera y sabia esposa Júpiter habló con su madre para salvar del Tártaro y liberar a los Cíclopes y los Hecatonquiros. La gran madre Gea, aún enferma, también auxilió a Zeus y contribuyó a ponerle fin a la guerra de los titanes.


Titanomaquia



Fueron las voces de las diosas las que le dijeron a Júpiter que aún no había cometido los errores de su padre, pero tampoco los había corregido. Esto le permitió acordar con sus aliados libertos. Como prenda de la permanencia de la alianza, éstos le ofrecieron importantes regalos (el casco para hacerse invisible y el rayo). Eso puso el punto final a la lucha, consagrando a Zeus como vencedor.



Júpiter de Esmirna



Cuando la violencia hubo acabado, las titánides hermanas del triunfante Zeus, buscando clemencia, se arrodillaron detrás de Temis, quien abogó por ellas argumentando que, si bien no habían favorecido a los ganadores, evitaron participar de la guerra para no hacerse odiar por sus maridos. Las experiencias de su madre Rea y abuela Gea les habían enseñado que las esposas estaban obligadas a tolerar y soportar a sus maridos.



Temis


El padre de dioses y hombres dictó su sentencia absolutoria. Ellas no deberían temer pero sí tendrían que volver a sus tareas. Hera hubo de salir del bosque. Hestia se acercó al fuego. Deméter preparó medicamentos, remedios para aliviar los daños de los heridos en el combate. La profecía materna se cumplió nuevamente.



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