Dido: el Ave Fénix
Ave Fénix: Poemas
Ave Fénix: Poemas
El desastroso desenlace de la Guerra de Troya hizo que Eneas saliera de la ciudad derrotado, cargando, para salvar su vida, a su herido padre, Anquises. Virgilio contó en la Eneida que el héroe, luego de encallar con su tripulación, se refugió en Cartago (Túnez), protegido por Elisa la reina de Tiro. Ellos no tardaron en enamorarse, quizás por la intervención de Afrodita (Venus), madre de Eneas y Eros (Cupido).
Sin
embargo, la relación se vio malograda por la ambición de Pigmalión, hermano de la reina, quien la obligó a casarse con
el sacerdote Siqueo (o Sicarbas) que además de amarla, era poseedor de una enorme fortuna que guardaba en el templo. El muy inescrupuloso usó a la monarca
para tratar de hacerse con las riquezas. Aunque ella, desconfiando de él,
no le dio la localización verdadera. Luego, el malvado cuñado mató al religioso.
Cuando Elisa encontró asesinado a su esposo, el sacerdote Siqueo, tomó el tesoro y ayudada por los amigos de la infortunada víctima, huyó de Tiro, acompañada por su hermana Ana y sus damas de
compañía. Al llegar a las costas africanas, pidió hospitalidad y una parcela para instalarse con su séquito.
Le
ofrecieron tanta como pudiera abarcar con la piel de un solo buey. Ella la cortó en tiras para aumentar el perímetro y la extensión de la superficie a obtener. Luego, erigió en ese territorio sobre un promontorio una fortaleza: Birsa, que posteriormente se transformó en Cartago (la Ciudad Nueva). Una vez instalada allí Elisa, los nativos le dieron el nombre de Dido, con el que hasta hoy se la conoce.
Muerte
de Dido - Andrea Sacchi
La
versión clásica cuenta que Eneas, quiso esposarla, cuando ella enviudó. Pero Elisa permaneció fiel a la memoria de su difunto esposo, el sacerdote Siqueo. No hay coincidencia en el relato sobre la muerte de Dido. Uno de esos cuentos dice que ella temió que, si rechazaba al héroe, él tomase revancha
contra los suyos. Por esa razón lo aceptó, pero el día de su boda se suicidó.
Su
muerte se relacionó con el Ave Fénix, que después de morir en el fuego y renació de sus cenizas. Esta historia contrasta con la clásica, contada por el poeta Virgilio, según la cual ellos se enamoraron, vivieron juntos, por intercesión divina. Pero el héroe creyendo que Zeus (Júpiter) le tenía asignada la misión de fundar una ciudad en el Lacio, partió hacia Italia y abandonó a su amante, para cumplir con su destino.
Todas
sus lides amorosas hicieron que Eneas olvidase su misión fundacional, y se demorase en la partida. Por esa razón Zeus envió a Hermes (Mercurio) de mensajero, para recordarle su divino mandato. Pese a su dolor, el héroe decide cumplir con los dioses, hacer la voluntad dl padre de dioses y hombres, y someterse a su destino. Así, postergando su amor por Dido, se embarcó con los suyos rumbo a Italia y retomando la senda que lo sacó de Troya.
Al
sentirse abandonada y traicionada, sin haber podido convencer a Eneas para que se quedase, Dido se autoinflingió heridas mortales. Otras referencias afirman que desilusionada, pidió se elevara una pira, para arrojar en ella las prendas y recuerdos (de cuando en la cueva se amaron por vez primera) y también se arrojó en ella, herida de muerte, maldiciendo a quien la dejó. Con esto comenzó la enemistad entre Roma y Cartago.
Su
hermana Ana intentó en vano convencerla para que no se matase. Luego, después de muerta, Dido fue tratada como una divinidad. Por otra parte, Hera (Juno) se dejó llevar por el odio a los troyanos, que le generó Paris, cuando no
la juzgó como la más bella. La diosa quería impedir que Eneas
diera origen a una nación poderosa en Italia.
Según el poeta Virgilio, Dido al ingresar en el Hades comenzó a vagar entre los muertos por amor. Eneas descendió al inframundo, con la ayuda de Caronte, el barquero que lleva a los muertos a su eternamente oscura nueva morada, y la profetisa conocida como la Sibila de Cumas, la más importante de las diez de su clase.
Allí,
en el submundo, comprendió el sacrificio de su enamorada y trató de justificar ante ella su alejamiento. En su argumentación apologética recurrió al mandato divino (el de Júpiter) y a su sino (del cual ni los dioses podían escapar). Lamentablemente, ella no pudo oírle y continuó su derrotero siguiendo a Siqueo, su esposo asesinado.
Esta historia, que bien podría ser romántica (por la temática del amor y la muerte) fue recreada en el período barroco por Henry Purcell en la primera ópera nacional
inglesa: Dido y Eneas, con libretos de Nahúm Tate, sobre la Eneida, el clásico de Virgilio. Esta composición ha
conocido muchas excelentes versiones, entre ellas la que interpretó Emma Kirkby.
El Ave Fénix
Paul Eluard
Soy el último en tu camino
la última primavera y última nieve
la última lucha para no morir.
Y henos aquí más abajo y más
arriba que nunca.
De todo hay en nuestra hoguera
Piñas de pino y sarmientos
Y flores más fuertes que el agua.
Hay barro y rocío.
La llama bajo nuestro pie. La
llama nos corona
A nuestros pies insectos, pájaros, hombres
Van a escaparse.
Los que vuelan van a posarse.
El cielo está claro la tierra en
sombra
Pero el humo sube al cielo
El cielo ha perdido su fuego.
La llama quedó en la tierra.
La llama es el nimbo del corazón
Y todas las ramas de la sangre
Cantan nuestro mismo aire
Disipa la niebla de nuestro
invierno.
Horrida y nocturna se encendió la pena.
Floreció la ceniza en gozo y hermosura.
Volvemos la espalda al ocaso.
Todo es color de aurora.
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