Ave y mito
Año I Nº 3
Octubre de 2017
Creación de las aves
William Carlos Williams: «Landscape with the Fall of Icarus», from Pictures of Brueghel and Other Poems, 1962.
Año I Nº 3
Octubre de 2017
La caída de Ícaro – P. Brueghel, el Viejo
SUMARIO
Creación de las aves
Caída de Ícaro
Ícaro
Creación de las aves
Texto: Alicia Grela Vázquez
Imagen: Elsa Sposaro
La respuesta de la comunidad
científica a la aparición de las aves fue la Teoría Evolucionista de Darwin y
sus continuadores. Pero esta explicación biológica debió enfrentarse con la
resistencia, no sólo argumentativa, ofrecida por los creacionistas, a quienes
el relato mítico del Génesis les daba sustento.
En el primero de los
libros del Antiguo Testamento, para la tradición judeo-cristiana, Dios, después
de crear los cielos, la tierra y el mar, los pobló de seres vivos (incluidas
las aves) completando la ambientación del escenario para que la obra maestra señorease
sobre todos ellos.
Antiguo Testamento
Si bien este mito es
hegemónico, no es el único. Distintas culturas han elaborado el suyo propio.
Así la comunidad mapuche tiene el
recogido por Sonia Montecino Aguirre en Mitos de Chile (Diccionario
de seres, magias y encantos) da cuenta de la cosmovisión de ese pueblo americano.
Allí explica que al
principio sólo había aire y su dueño era Ngen,
un espíritu poderoso que vivía con otros de su misma naturaleza, aunque de
distintas categorías, según su
función. Así entre ellos cada uno era una deidad encargada de gobernar a
los distintos seres: los humanos; la
tierra, especialmente la cultivada; el cerro o el volcán; el fuego; el agua; los
vientos; el bosque nativo; los animales; las hierbas medicinales; las piedras; el
camino natural o el trazado por el paso de animales salvajes.
NGEN : Espíritus de la Naturaleza presentes en la Cosmovisión Mapuche
En la Tierra no había
nada aún. El espíritu poderoso envió a un joven hijo suyo, a pesar de los
ruegos de su madre para impedirlo. Él lo empujó a habitar en ella. Después,
tomó una estrella y la convirtió en
mujer. Luego la sopló para que ella, Domo, volara hasta donde el joven
Lituche estaba. La tierra estaba dura y las piedras le dañaban sus pies. El
dueño de los aires ordenó que naciera pasto muy blando y flores.
Domo y Lituche
Ella jugando las
deshojaba y entonces se convertían en
pájaros y mariposas y los frutos que comía mutaban en árboles. El varón
estuvo muy feliz con su mujer. El gran espíritu hizo un hoyo entre los aires
para mirar hacia la Tierra. Entonces era cuando el sol brillaba y daba calor.
También la madre posaba sus ojos por la hendidura dejando filtrar una luz
blanca y suave.
De este modo la
leyenda vincula a la humanidad con las deidades autóctonas, el ambiente y especialmente con las flores y los
pájaros. La belleza y la libertad están simbolizadas en ese relato. El mismo
que las culturas dominantes han pretendido ocultar, para completar el despojo.
Se les ha arrebatado a lo largo de la historia casi todo. Pero el poder
pretende aún más de ellos. No obstante, aún les quedan su memoria ancestral y
las aves. Por eso pueden preguntar: ¿dónde está Santiago Maldonado?
Caída de Ícaro
Imagen: Elsa Sposaro
Según Brueghel
cuando Ícaro cayó
era primavera
un granjero araba
su campo
todo el ceremonial
del año estaba en
marcha hormigueando
cerca
de la orilla del mar
ocupado
solo de sí
sudando al sol
que fundió
la cera de las alas
no lejos
de la costa
hubo
un chapoteo del todo inadvertido
Ése era
Ícaro ahogándose.
era primavera
un granjero araba
su campo
todo el ceremonial
del año estaba en
marcha hormigueando
cerca
de la orilla del mar
ocupado
solo de sí
sudando al sol
que fundió
la cera de las alas
no lejos
de la costa
hubo
un chapoteo del todo inadvertido
Ése era
Ícaro ahogándose.
William Carlos Williams: «Landscape with the Fall of Icarus», from Pictures of Brueghel and Other Poems, 1962.
Ícaro
Texto: Alicia Grela Vázquez
Imagen: Elsa Sposaro
La tradición cuenta
que Minos, el rey de Creta, tenía una esclava: Naúcrate. Ella se enamoró de Dédalo,
un afamado creador de la época, que en sus años mozos supo seducirla por el
vuelo de su imaginación. Aunque la joven mujer no fue menos en inteligencia, al
elegirlo. Ellos se conocieron, cuando el célebre ingeniero fue a la isla para realizar
alguno de sus varios y atrevidos
proyectos. Ícaro fue el hijo nacido
de esa pareja.
Isla de Creta
Trabajar para la casa
gobernante no fue una tarea fácil para el arquitecto. Él había cumplido para
ellos allí distintas funciones. Una de ellas fue la fabricación de un singular artefacto para la reina Pasifae. Este dispositivo permitió que
ella consumara su unión sexual con el Toro
blanco de Neptuno, del que por capricho de Venus, ella se había apasionado
zoofílicamente.
Pasifae y el Toro
De esa perversa pero fecunda relación, resultó
un híbrido: el Minotauro, un ser con cuerpo humano y cabeza de toro, cuyos malos
hábitos alimenticios lo hicieron deplorable, pues era antropófago. El rey debió sumar a la humillación de la infidelidad
de su esposa, el testimonio viviente del hecho y una gran conflictividad con
sus vecinos, que eran considerados principales en la comunidad y no toleraban
sin protestar, la desaparición de sus allegados.
Dédalo, Pasifae, el artefacto y el toro
Dédalo presenta a Pasifae su invento
Por esas múltiples
razones, todas ellas de peso, el gran rey, ofendido en su mal entendida
hombría, contrató a Dédalo para que
confinase en una edificación inexpugnable a su bochorno viviente. El ingenioso
productor ideó una enorme casa para el Minotauro,
tan especial y singular como su único habitante excepcional.
Pasifae con su hijo Minotauro
Dédalo contó para acabar de concretar la fortaleza con su hijo Ícaro, que fungía como asistente y
aprendiz. Pero una vez finalizada la tarea encargada, el monarca no sólo
internó al Minotauro, sino que
además enclaustró en la construcción
a quienes la idearon y construyeron, como bien sabía que otros poderosos habían
hecho en sus magníficas obras, conocidas como pirámides.
Laberinto
Todo ese horrible tema
concluiría, tiempo después en el cuento que tendría a Teseo como matador y a Ariadna
y Fedra, hijas de los reyes de
Creta, como copartícipes del asesinato, por haberse enamorado ambas del heroico príncipe, primogénito de Egeo, el soberano de la rival
ciudad de Atenas, con la que existía una
gran enemistad.
Muerte del Minotauro
Sin embargo, antes de
la llegada del mítico héroe ateniense, Dédalo
e Ícaro, ambos notables
trabajadores, fueron privados de la
libertad y retenidos indebidamente, contra su voluntad. Sin embargo, ellos
decidieron escapar, pese a la
vigilancia extrema (de su captor y de quienes le servían) por la tierra insular y el agua del mar, que le hacía de foso y
muralla fluida. Sólo les quedaba una única
salida: el aire del cielo.
Laberinto
De los cuatro elementos sólo les faltaba
tomar uno para que la combinación estuviese completa: el fuego. Éste apareció como aliado indispensable para la fuga de los
prisioneros, quienes calentando la cera
hasta derretirla y hacerla a un tiempo más maleable y también un aceptable
adhesivo de las plumas de las aves que, cuando renovaban de su
vestuario, dejaban caer del cielo.
Ícaro – Camafeo romano
Ícaro las recogía y las entregaba a su padre, quien las unía, según un patrón
que imitaba el de las alas de los
pájaros y fijaba con hilos extraídos de las telas de sus propias ropas,
convertidas de ese modo en hilachas harapientas. La analogía se perfeccionaba
al agregar el cerote como pegamento, previa y debidamente ablandado por la
afanosa labor del joven.
Dédalo arregla las alas de Ícaro – William Böttner
Dédalo
completó las prótesis volátiles, como un ingenioso rompecabezas libertario. Con ellas comenzó a
ensayar el vuelo. Practicó hasta
dominar plenamente la navegación aérea. Entonces comenzó la instrucción de Ícaro. El padre, conocedor de los principios
científicos fundantes de las nuevas artes aerodinámicas, comenzó la enseñanza.
Dédalo e Ícaro
Primero fue la observación
de su propio ejemplo y el de aquellos que le habían servido de inspiración para
su invento. Luego, con la práctica y
la ejercitación, reforzada con prudentes y atinadas recomendaciones teóricas, al estilo de nada en exceso. El aprendiz debía (como
todos) evitar el peor de los pecados: la hybris.
La consigna era seguir la senda virtuosa: el camino del medio.
Dédalo e Ícaro – Paolo Ghiraldelli
Ésta aconsejaba no permanecer en el ascenso, demasiado
alto, pues el sol, al calentar las
uniones, haría que las alas se desarmasen. Pero tampoco quedarse, al descender,
muy en lo bajo, pues el agua (al salpicar con cada una de sus gotas y su
abundante espuma) mojaría las plumas y eso (en cualquiera de los dos casos) le
dificultaría o aún peor, le impediría el vuelo.
Dédalo e Ícaro – Charles Paul Landon
Después de dejar atrás
varias islas, Ícaro tomó confianza y
comenzó a ganar altura. El sol hizo
su anunciada y eficaz labor con las nefastas consecuencias: el derretimiento de la cera y el desprendimiento de
las plumas. No le bastó entonces al atrevido continuar moviendo sus brazos,
pues las pocas plumas de sus alas no eran las suficientes como para mantenerlo
en el aire.
Dédalo e Ícaro
Según cuentan, su
imprudencia lo arrojó al mar, (en las proximidades de las tierras que su
apesadumbrado padre llamó en su honor Icaria) y le quitó la vida. Dédalo
lamentado su pérdida, maldijo los conocimientos de las artes que habían
provocado el fatal desenlace, diciendo: “quise saber más que el dios.”
Icaria
Cuando Dédalo llegó a Sicilia y el rey Cócalo
lo puso bajo su protección, para redimirse construyó, dedicado a Apolo, un templo, en el cual colgó como ofrenda
las que fueron sus alas, el vehículo
que lo transportó sano y salvo desde su reclusión cretense a su costosa liberación
siciliana, que pagó aunque involuntariamente con la pérdida de la vida de su
hijo.
Sicilia
Este final se ha
repetido a lo largo de la Historia con propósitos
didácticos, para que los más jóvenes tuvieran en cuenta los dichos y
recomendaciones de los mayores: padres y maestros, como alegato, apelando al criterio de autoridad. Quizás haya
faltado considerar que el conocimiento en sí mismo es un bien y que solo sus
aplicaciones pueden tener un valor moral y juzgarse como buenas o malas.
Ícaro - Andrea Alciato
Por otra parte, si se
quisiera dar una versión más realista del cuento, siempre se podría recurrir
a lo dicho por Pausanias. El clásico
dio una versión menos poética y más prosaica del asunto en cuestión. Dédalo,
con la finalidad de salir de su encierro buscó la solución al problema de la necesidad de propulsión para mover un transporte en
el mar.
Detalle de la caída de Ícaro – P. Brueghel
En tierra se contaba
con la tracción a sangre: bueyes,
caballos y hombres podían trasladar lo que no tenía movimiento propio. Su
reflexión le permitió hallar el principio
de la vela que hasta entonces era ignorado por los humanos. Sabiendo esto,
los prófugos pudieron subir en sendas barcas, que aunque de pequeñas
dimensiones, les permitirían evadirse de
la prisión que irónicamente ellos mismos edificaron. Dédalo tuvo éxito y llegó a Sicilia.
Sicilia
Ícaro, por ser un navegante inexperto, naufragó en el mar Egeo. Su cuerpo inerte fue hallado en la costa de la
isla de Samos, en las proximidades
del Asia Menor. Hércules se cuenta
que le habría dado sepultura a sus restos en ese lugar que entonces se denomina
por esa razón Icaria, y en concordancia, al mar que la baña se le conoció con
el nombre de Icario.
Samos
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